Peligros en la montaña

TORMENTAS

Cómo protegerse en caso de tormentas

Las Tormentas  son fenómenos meteorológicos muy frecuentes en la montaña, sobretodo en el verano y en los días calurosos. Algunos tipos de tormentas  se crean muy rápidamente incluso cuando amanece despejado.

Cuando se acerca un fenómeno de este tipo es necesario alejarse de los relieves, las crestas y los cursos de agua, no repararse en caminos rocosos, alejándose de los árboles aislados y de todo lo que se desarrolla hacia arriba (torres de alta tensión, palos de la luz, peñascos aislados particularmente altos…).

Si se desencadena una tormenta y se forma parte de un grupo, se debe mantener  una distancia de 10 metros entre cada uno y ponerse a cubierto lo antes posible. Aislarse del terreno con la mochila o cualquier otro objeto que no sea un buen conductor y liberarse de todo elemento metálico; esperar que pase la tormenta: la duración promedio es de una hora aproximadamente.

Con el fin de reducir el riesgo de ser alcanzado por un rayo, además de las indicaciones anteriormente mencionadas, tomar en cuenta lo siguiente: 

  • Informarse siempre en las oficinas de los guías de las condiciones de los itinerarios y las previsiones meteorológicas, si no lo ha hecho en su casa;
  • Si en la mañana se ven nubes con desarrollo vertical, entonces es probable que durante el día se desarrollen temporales; cuanto más altas son la neblina y la sensación de bochorno en los valles, más aumenta tal probabilidad;
  • Para prever el desplazamiento de los temporales que ya se han desencadenado, observar la dirección hacia la cual apunta la parte más alta del cumulonimbos (nube típica de tormenta);
  • Recordar que el promedio de vida de un temporal es de alrededor de una hora y que la fase más intensa difícilmente supera la media hora, por lo tanto, buscar un sitio seguro a la primera señal y esperar que se atenúen los fenómenos;
  • No quedarse en las inmediaciones de los torrentes: crecen rápidamente y pueden ser peligrosos;

Las personas golpeadas por rayos no están cargadas eléctricamente, por lo cual se les puede prestar socorro sin correr riesgos. ¡El 80% de las víctimas sobrevive: la respiración boca a boca y el masaje cardíaco pueden salvarle la vida! 

 

La temperatura

La temperatura atmosférica en la montaña es extremadamente variable: el aumento de la altura, la llegada de las nubes, pasar de zonas expuestas al sol a zonas de sombra son algunas de las causas de su, a veces brusco, descenso.

El enfriamiento del cuerpo humano está determinado por varios factores.

El viento: es un agente atmosférico generalmente subestimado que puede dar origen a situaciones de malestar o a patologías. El cuerpo humano es una máquina que produce calor. La ropa tiene como objetivo primordial el de mantener este calor y no de calentar, aislando nuestra superficie corporal del exterior. El intercambio térmico entre el hombre y el aire es continuo: sustancialmente cedemos a la atmósfera una parte, modesta, de nuestro calor por conducción. Con el viento, el recambio del delgado extracto de aire que hemos calentado se acelera y la dispersión del calor corporal se acelera. Por eso, la sensación de frío que advertimos aumenta considerablemente, con el efecto windchill o sensación térmica producida por el viento.

La Gran Senda de los Primeros Pobladores nos puede sorprender  con inviernos fríos y días imposibles, por lo que es necesario prever o contar con la ayuda de profesionales de la montaña que nos puedan asesorar.

La nieve

La nieve y los terrenos nevados

Son pocos los días en los que la Gran Senda de los Primeros Pobladores amanecerá nevada, pero en esos días, la cantidad de nieve en los senderos y caminos puede ser considerable. Cuidado con el riesgo de resbalar, si fuera posible rodear los terrenos nevados que presentan una pendiente, aunque solo sea discreta, y llevar un equipo adecuado: raquetas de nieve, bastones telescópicos, polainas antinieve.

Otro riesgo que deriva de la presencia de nieve es la mayor dificultad para orientarse: con una abundante cantidad de nieve en el suelo, la señalización podría ser invisible y tomar puntos de referencia, sobre todo en caso de mal tiempo, podría ser difícil. Utilizar una brújula y mapa topográfico o, eventualmente, el GPS. Con los track cargados de la Gran Senda.

¡Cuidado, seguir el trazado dejado por otros excursionistas puede llevar por el camino equivocado!

Recordar que en presencia de cursos de agua se podrían crear puentes de nieve que podrían ceder bajo el peso de uno o más excursionistas; por lo tanto se aconseja una mayor cautela en el cruce de ríos, torrentes y depresiones del terreno en los cuales se podría depositar el agua fundida de los terrenos nevados. En el caso que el cruce de puentes de nieve sea inevitable, se aconseja el uso de una cuerda para asegurarse.

La pendiente

La pendiente y los relieves

Durante la Gran Senda de los Primeros Pobladores, la inclinación del terreno o los escalones en arroyos y ramblas pueden crear complicaciones de distinto tipo.

Las pendientes cubiertas de hierba, sobre todo húmedas, mojadas o cubiertas de rocío, así como las pendientes de tierra suleta, son muy resbaladizas.

La caída de piedras es un riesgo que no se debe desestimar, sobre todo en presencia de otros grupos de excursionistas: prestar la mayor atención al propio comportamiento cuando se encuentra por arriba de un grupo de personas, controlar la propia posición respecto de la trayectoria de una posible descarga cuando se está en el valle.

No subestimar las dificultades que pueden derivar del relieve del terreno: crestas aéreas, cruce de pendientes muy empinadas, zonas expuestas pueden dar miedo y pánico. Estar siempre con el grupo y no abandonar el sendero, aún si parece difícil.

No buscar atajos y si se pierde el sendero se aconseja volver atrás por el mismo hasta encontrar un punto de orientación seguro.

La niebla

La niebla y la poca visibilidad

La presencia de nubes bajas y la formación de nieblas son fenómenos muy frecuentes en la montaña. Tener una brújula, un mapa topográfico y altímetro – para poder usarlos es necesario estar preparado- y un silbato de auxilio, puede resolver situaciones peligrosas y evitar largas pérdidas de tiempo.

En presencia de niebla, continuar con el grupo, seguir estrictamente la señalización no importa si ya se conoce el recorrido, en situaciones de visibilidad reducida al mínimo, detenerse y esperar que las condiciones mejoren antes de aventurarse en peligrosas exploraciones.

La radiación

Los rayos UVA, UVB y los riesgos para el excursionista

Rayos UV

El daño de los rayos solares y, en particular, de los rayos ultravioleta generalmente se subestima; su efecto sobre el ADN de las células cutáneas puede favorecer el desarrollo de tumores en la piel (p.e. melanoma) y de otras enfermedades dermatológicas, además de causar problemas a los ojos, como conjuntivitis, ceguera de nieve, quemadura de la córnea, fuerte lagrimeo, fotosensibilidad.

Las horas de mayor riesgo son las centrales (desde las 11 hasta las 14) de los días cercanos al solsticio de verano (21de junio); en esta fase, los rayos solares, en nuestras latitudes, impactan en la superficie terrestre con una ángulo próximo a los 90° atravesando una porción de la atmósfera más delgada respecto de la norma y sufriendo un efecto de filtro más modesto. Además, la intensidad de la radiación aumenta un 7% cada 1000 metros de altura, a causa del creciente enrarecimiento del aire, el cual, sobre todo en la montaña, puede determinar una gran diferencia en las condiciones durante el arco del día.

Otro factor que se debe tener en cuenta es la presencia de nieve y hielo en el suelo que puede aumentar la intensidad de la radiación hasta un 100%, gracias a la capacidad que tienen para reflejar los rayos solares.

Cómo intervenir:

  • Usar gafas con filtro UV;
  • Usar siempre crema solar con protección UV alta;
  • Evitar la prolongada exposición directa de la piel al sol (no dormirse o acostarse para tomar sol);
  • Prestar atención a las zonas del cuerpo más sujetas a la radiación (rostro, orejas, cuero cabelludo, manos).

En verano, el calor y la fuerte radiación, pueden convertir a la Gran Senda de los Primeros Pobladores en un peligroso reto, por lo que se aconseja no caminar en horas de máxima incidencia por aquellos caminos desprovistos de sombra.

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